La historia de la piñata se remonta a China, donde Marco Polo descubrió en sus famosos viajes el uso que se hacía de este elemento para las celebraciones del año nuevo. Esta fiesta coincidia con el inicio de la primavera y la piñata era uno de los elementos utilizados en los rituales relacionados con la agricultura. Las hacían con formas de animales (vacas, bueyes), las rellenaban con semillas, las forraban con papeles de colores y les colgaban herramientas del campo. Eran derribadas con un palo y los restos quemados y las cenizas esparcidas para atraer la buena suerte en la nueva cosecha.
Marco Polo importó esta idea a Europa, principalmente Italia y España, donde es adaptada a las celebraciones religiosas, como la Cuaresma. En sus inicios la piñata era una vasija de barro a la que con el tiempo se fue añadiendo adornos de colores.
Esta tradición es importada desde Europa hasta América donde los evangelizadores continuaron usándola para impulsar la religión, promoviendo su uso en las fiestas de Cuaresma y durante el tiempo de Adviento.
La olla de barro evolucionó en la piñata de siete picos que representa los siete pecados capitales: lujuria, ira, gula, avaricia, soberbia, envidia y pereza. Romper la piñata con los ojos vendados es una alegoría a la fe, el creer sin ver. El palo utilizado para romperla representa la fuerza que nos permite enfrentarnos a los placeres mundanos. Y el relleno representa la gracia de Dios al premiarnos por rechazar las tentaciones mundanas.
Con el tiempo la piñata logró convertirse en una tradición más allá de su sentido religioso y pasó a formar parte de las celebraciones familiares y entre amigos. En la actualidad se hacen de cartón, siempre con mucho colorido y las hay de infinidad de motivos.
Piñata de siete picos. Imagen de: http://www.funny-clip-art-cool-drawings.com |
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